The Leftovers, el maravilloso sentido del sinsentido (sin spoilers)
- feralternative95
- 25 may 2019
- 4 Min. de lectura

The Leftovers finalizó hace ya casi dos años, y desde este blog me propongo escribir un pequeño comentario con la intención de recomendar esta bellísima rareza. Sin embargo, no puedo hablar sobre esta increíble serie obviando a su principal mente creadora, Damon Lindelof. Para aquellos que no lo conozcan, Damon Lindelof fue uno de los creadores, showrunners y escritores de una de las series que cambiaron por completo el panorama de la ficción televisiva: Lost. Más allá de detalles o juicios extensos, creo que la mayoría de vosotros conoceréis lo extremadamente polarizador que fue su final (si bien sus principales críticas negativas estaban fundadas en la más insultante deformación de los hechos). Hasta aquí todo bien, pero lo que seguramente no sabréis es que Lindelof, vilipendiado y acosado por redes hasta la saciedad debido al final de serie, acabó por borrarse su perfil de Twitter, convirtiéndose en una víctima más del hediondo sumidero de Internet.
Años más tarde, vuelve a la carga con The Leftovers, que en un principio adapta la obra de Tom Perrotta, con el mismo nombre. El conflicto inicial de este nuevo show no podía ser más insólito: el 2% de la población mundial desaparece al mismo tiempo, sin ningún tipo de explicación coherente. Lo que sigue a este evento serán las desaventuradas vidas de un grupo de personas afectadas por la tragedia. Una vez la serie comienza, Damon Lindelof se cura en salud y deja claro a la audiencia que en The Leftovers no tiene la intención de resolver todos los misterios planteados. Tras el trauma que le supone lo ocurrido con Lost, prefiere, de antemano, no crear unas expectativas desorbitadas alrededor de las preguntas argumentales que la serie suscitará. He aquí una de las claves de The Leftovers, que se embarcará en un viaje solitario, con una fanbase mínima a la que no le importan demasiado las respuestas totales en lo que, al fin y al cabo y hasta cierto punto, es una serie de ciencia ficción.
De forma atípica, se nos presenta a los personajes, que irán adquiriendo más profundidad a lo largo de la primera temporada gracias principalmente a la disposición de sus capítulos, los cuales, con reminiscencias a Lost, suelen centrarse individualmente en cada uno de los protagonistas. Quizás por ello el tramo inicial de la primera temporada puede tardar en funcionar del todo para algunas personas, pero sin duda esta construcción establece los cimientos de una resolución dramática brillante que ya posiciona a la serie como una ficción muy a tener en cuenta. No obstante, es en la segunda temporada cuando The Leftovers se libera de todo complejo y se atreve a hacer mucho más, abrazando una especie de "lógica dentro de la ilógica" que le permite subvertir las expectativas del espectador a placer. Esta línea continúa en la tercera temporada, redonda de principio a fin, hasta alcanzar un final de serie cuyas cuotas de lirismo parecen casi un milagro.
Pero, ¿qué hace especial a The Leftovers? Sin duda, la madurez y honestidad con la que trata sus principales temas: la pérdida y su potencial superación, la fe en contraposición a la racionalidad, el amor o su imposibilidad, la construcción o reconstrucción de la identidad y una desesperada búsqueda de sentido en un mundo que ha dejado de tenerlo (si es que alguna vez lo tuvo). Quizá a algunos de vosotros estos temas os suenen a Lost y, en cierta medida, no estaríais equivocados. De hecho, tal vez deberíamos empezar a hablar de dramas "Lindelofianos", los cuales giran en torno a personajes rotos, choques entre ciencia y fe, además de misterios inefables que enfatizan aún más aquellos elementos. Sin embargo, The Leftovers se distancia de su predecesora espiritual en la exposición y ejecución de dichos temas; mientras que Lost opta por un tono grandilocuente, cuasi-épico y quizás más inocente e idealista, The Leftovers los aborda como una tragedia minimalista, con los pies en la tierra, un sabor más agridulce pero más honesto, que dota de cierto realismo a su desenlace final.
Además de una construcción de personajes brillante, su dirección y fotografía son también muy reseñables, con una capacidad para captar imágenes que quitan el aliento, o dar una carga dramática extra a una simple conversación con unos primeros planos asfixiantes. Aunque en esta carga dramática faltan otras dos menciones especiales: la de un casting que está espectacular (brutales Justin Theroux y Carrie Coon), y la de un maestro como Max Richter, que ha creado una de las mejores bandas sonoras en la historia de la televisión, la cual puede jugar emocionalmente con el espectador a voluntad.
Por esto y mucho más, recomiendo The Leftovers a aquellas personas que busquen un show distinto, extraño, que plantea cuestiones filosóficas y no les da una respuesta fácil a través de una moraleja de taza de café. Considero a esta serie como una de las más interesantes de la última década sin duda alguna y creo que no se le ha dado toda la atención que se merece, aunque ciertamente no es para todos los públicos. Ahora solo queda esperar la próxima serie de nuestro amigo Lindelof, que va a ser la secuela o reinterpretación de la novela gráfica Watchmen, también a cargo de HBO. Tras la increíble The Leftovers, su nuevo proyecto merece toda nuestra atención.
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